"No deberá causarnos sorpresa el saber que, a juicio de algunos, la humildad tiene una clasificación bastante baja en la escala de los rasgos de personalidad que se desean. En los últimos años se han escrito libros muy populares acerca de la integridad, el sentido común, la urbanidad y una multitud de otras virtudes, pero es evidente que hay muy poca demanda para la humildad. Es obvio que en estos tiempos sin refinamiento, en los que se nos enseña el arte de negociar por medio de la intimidación, y la agresividad se ha convertido en la expresión preferida del mundo de los negocios, los que intentan ser humildes serán una minoría reducida y despreciada pero sumamente importante. El tratar voluntariamente de adquirir humildad es a la vez problemático. Recuerdo que una vez escuché a uno de mis colegas de los Setenta decir acerca de la humildad: 'Si piensas que la tienes, es que no la tienes'. Sugirió que debíamos tratar de cultivar la humildad y de estar seguros de no enterarnos cuándo la obtuviésemos, y que de ese modo la tendríamos. Pero, si alguna vez pensábamos que la teníamos, entonces no la teníamos'. La verdadera humildad nos llevará inevitablemente a decir a Dios: 'Hágase tu voluntad'. Y, debido a que lo que somos afecta lo que hacemos, nuestra sumisión se reflejará en nuestra reverencia, gratitud y disposición para aceptar llamamientos, consejo y corrección."
Elder Marlin K. Jensen
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