"Vayan a la casa del Señor. Vayan al templo; serán bendecidos por hacerlo. Todo hombre y toda mujer que vaya a la casa del Señor sale de ella siendo mejor de lo que era al entrar. La casa del Señor tendrá un efecto purificador en ustedes; hará que cultiven la generosidad y que aumenten en rectitud. Entenderán cabalmente la importancia de hacer lo que deban. Vayan a la casa del Señor. Entre nosotros no hay edificio tan sagrado como una casa de Dios dedicada. Sólo en los templos de los Santos de los Últimos Días se preservan en una unión indisoluble y por toda la eternidad las preciadas relaciones que se establecen en esta vida terrenal. De entre las muchas cosas de índole doctrinal que diferencian a esta Iglesia de las demás se destaca la obra que se realiza en la casa del Señor bajo la divina autoridad del sacerdocio. Cada templo que hay en el mundo es un monumento visible a la fe de este pueblo en la certeza de la inmortalidad y en la continuación de vínculos sagrados en el reino inmortal."
Pte. Gordon B. Hinckley