"Produce sentimientos de humildad el pensar que la voz apacible y delicada siempre está a nuestro alcance para enseñarnos lo que debemos hacer y a dónde ir. El Señor nos dice que cuando se hace caso a los susurros del Espíritu, a menudo se conceden más; si no los seguimos, con el tiempo serán cada vez menos. Como resultado del ser dóciles para la enseñanza, obtenemos un testimonio aún mayor del interés que nuestro Padre Celestial tiene por nosotros; obtenemos la seguridad y la certeza de que nuestro curso en la vida está en armonía con Su voluntad; incluso tenemos razones para ser buenos, razones para ser morales y razones para cambiar nuestra conducta. Al ser enseñables, ponemos en marcha toda la fuerza y las bendiciones de la Expiación en nuestra vida; nos volvemos sensibles a la inspiración del Santo Espíritu a fin de que los principios de rectitud que han enseñado los profetas y las verdades de la tierra puedan arraigar a Cristo en nuestra vida. Nos convertimos en Sus verdaderos discípulos. Si amamos esas verdades con todo nuestro corazón, se desarrollará una afinidad entre nosotros y la Fuente misma de la verdad. Por consiguiente, descubriremos que las cosas que más valoramos y apreciamos son aquellas que personalmente hayamos aprendido del Señor."
Elder Robert R. Steuer
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