"Desde los días de Adán, toda la humanidad ha comido el pan con el sudor de su frente, pero cuando nuestro trabajo nos consume hasta el punto en que desatendemos las dimensiones espirituales de la vida, también se convierte en una red que nos enreda. Es imposible enumerar las muchas redes que pueden atraparnos e impedirnos seguir al Salvador; pero si somos sinceros en nuestro deseo de ir en pos de Él, debemos dejarlas inmediatamente y seguir Sus pasos. No conozco ningún otro periodo de la historia del mundo donde se haya acumulado tal variedad de redes esclavizantes. La vida con facilidad se nos llena de citas, reuniones y tareas que debemos realizar. A veces pensamos que cuanto más ocupados estemos, más importantes somos; como si nuestra actividad definiera nuestro valor. Hermanos y hermanas, podemos pasarnos la vida entera dando vueltas a un ritmo frenético y llevando a efecto listas y listas de cosas que a fin de cuentas no tienen verdadera importancia. El hacer mucho quizás no sea tan importante. El que concentremos la energía de nuestra mente, corazón y alma a aquellas cosas que tienen importancia eterna, eso sí es esencial. Entre el bullicio y el ajetreo de la vida a nuestro alrededor escuchamos gritos de "vengan aquí" y "vayan allá"; en medio de ese ruido y de esas voces seductoras que compiten por acaparar nuestro tiempo e interés, una figura solitaria se alza en las orillas del Mar de Galilea y nos llama: "Venid en pos de mí".
Elder Joseph B. Wirthlin
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