"La necesidad de abrir el corazón y la mente de las personas nos indica la forma en que debemos enseñar la doctrina; ésta adquiere poder cuando el Espíritu Santo confirma que es verdadera. Nosotros nos encargamos de preparar lo mejor posible a aquellos a quienes enseñemos para recibir las silenciosas impresiones de la voz apacible y delicada. Esto requiere por lo menos algo de fe en Jesucristo; requiere por lo menos un poco de humildad, de disposición a someternos a la voluntad del Salvador. La persona a la que quieran ayudar quizás reúna poco o nada de estos requisitos, pero ustedes pueden alentarla a tener el deseo de creer. Aún más, pueden poner su confianza en otro de los poderes de la doctrina: La verdad puede abrirse camino por sí sola. Tal vez el simple hecho de oír las palabras de la doctrina plante la semilla de la fe en el corazón; e incluso una pequeña semilla de fe en Jesucristo invita la presencia del Espíritu. Nosotros tenemos mayor control de nuestra propia preparación; nos deleitamos en la palabra de Dios que está en las Escrituras y estudiamos las palabras de los profetas vivientes; ayunamos y oramos para atraer al Espíritu a fin de que nos acompañe y esté con la persona a quien enseñemos."
Pte. Henry B. Eyring
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