"Los verdaderos seguidores de Cristo son personas que aman. Seguimos a Cristo porque lo amamos y, cuando seguimos al Redentor por amor, seguimos Su propio ejemplo. Por amor, el Salvador fue obediente a la voluntad del Padre en toda circunstancia. Nuestro Salvador fue obediente aun cuando el serlo le acarreó enorme sufrimiento físico y emocional, aun si eso significaba recibir azotes y burlas e incluso la tortura de Sus enemigos mientras Sus amigos lo abandonaron. El amar a Cristo sinceramente nos da la fortaleza necesaria para seguirlo. El amor es una potente influencia en el corazón al esforzarnos por ser obedientes. El amor por nuestro Salvador nos inspira a guardar Sus mandamientos; y el amor por una madre, un padre o un cónyuge también puede inspirarnos a obedecer los principios del Evangelio. La forma en que tratamos a los demás indica hasta qué punto seguimos a nuestro Salvador al amarnos los unos a los otros. Le demostramos el amor que le tenemos cuando nos detenemos a ayudar a otros; cuando somos "completamente honrados y rectos en todas las cosas", y cuando hacemos convenios y los guardamos."
Elder Walter F. González
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