"A veces podría parecer que nuestras pruebas se centraran en aspectos de nuestra vida y en las partes del alma que más nos cuesta enfrentar. Puesto que como resultado de estos retos se espera el crecimiento personal, no debería sorprendernos que las pruebas sean muy personales, casi específicamente dirigidas a nuestras necesidades o debilidades particulares. Y nadie está exento, en especial los santos que estén tratando de hacer lo correcto. Algunos santos obedientes podrían preguntarse: "¿Por qué a mí? ¡Estoy tratando de ser bueno! ¿Por qué permite el Señor que suceda esto?". El horno de la aflicción ayuda a purificar aun a los mejores de los santos incinerando las impurezas de su vida para que quede el oro puro. Incluso, el mejor mineral necesita ser refinado para sacarle las impurezas. Ser bueno no es suficiente; queremos llegar a ser como el Salvador, que aprendió a medida que sufrió "dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases."
Elder Paul. V. Johnson
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