"El Señor no espera que trabajemos más duro de lo que podamos. Él no compara nuestro esfuerzo con el de los demás, ni tampoco nosotros debemos hacerlo. Nuestro Padre Celestial sólo nos pide que demos lo mejor de nosotros, que trabajemos con toda nuestra capacidad, sin importar cuán grande o pequeña sea. El trabajo es un antídoto para la ansiedad, un bálsamo para las penas y un portal hacia las posibilidades. Sin importar nuestras circunstancias, mis queridos hermanos, esforcémonos lo mejor que podamos y cultivemos una reputación de excelencia en todo lo que hagamos. Centremos nuestra mente y nuestro cuerpo en la gloriosa oportunidad de trabajar que se nos presenta cada día. Cuando nuestro carromato se atasque en el lodo, es más probable que Dios ayude al hombre que salga a empujar que al que sólo eleve la voz de súplica, sin importar cuán elocuente sea la plegaria."
Pte. Dieter F. Uchtdorf
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