"Sería difícil hallar a alguien que dudara de que el principio de prestar servicio al prójimo es bueno; sin embargo, puede haber algunos que no comprendan la gran importancia que Jesús adjudicó al servicio en nuestra religión. Para Él, tanto en su vida como en sus enseñanzas, no fue cosa de escoger hacer o no, puesto que dijo que quien no ayudara al prójimo no merecería la mayor de las bendiciones, que es la vida eterna. Las Escrituras así lo enseñan repetidamente: que las obras de servicio cristiano son expresiones del amor cristiano. La religión no está desvinculada de la vida; no es principios y ordenanzas, ni obra misional, ni liderazgo como un fin en sí mismos, sino que se manifiesta por la clase de personas que somos, así como por nuestra relación con nuestro Padre Celestial y su Hijo y todos los mandamientos; se manifiesta por la medida en que merecemos la aprobación de nuestra propia conciencia guiada por el Espíritu; se manifiesta por la forma en que tratamos a las demás personas. Me asombran sin cesar la buena voluntad y la bondad desinteresada con que tantas personas viven este sagrado mandamiento. Y es triste pensar que haya personas que, por creer en un evangelio sin regocijo, se pierdan las bendiciones especiales que aguardan a los que siguen por el sendero que estableció nuestro Salvador y que conduce al más intenso regocijo mediante el servicio cristiano y el sacrificio."
Elder Marion D. Hanks
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