jueves, 30 de diciembre de 2010

Testimonio


"Es una fuente de gozo ilimitado para mí y llena mi corazón más allá de mi poder de expresión el contemplar el hecho de que Dios, nuestro Padre Celestial, y nuestro Señor Jesucristo han visitado la tierra y de nuevo han revelado el Evangelio al hombre; y me llena de agradecimiento y gratitud, mucho más de lo que pueda expresar, el que Él me haya bendecido con el conocimiento de la divinidad de la obra en la que estamos embarcados. Mi constante y ferviente oración a Él siempre ha sido que mi mente jamás se oscurezca, que nunca me aparte del sendero de la rectitud, sino que, a medida que me adentre en años, aumente mi comprensión, que la luz y la inspiración del Espíritu de Dios arda en mi corazón e ilumine mi entendimiento y me mantenga firme y fiel al servicio de mi Padre Celestial. Y quiero decirles a los Santos de los Últimos Días que es nuestro deber, habiendo recibido un testimonio de la divinidad de la obra en la que estamos embarcados, poner de tal manera en orden nuestra vida día tras día que la obra de Dios reciba gloria mediante las buenas obras que realicemos; que de tal forma dejemos brillar nuestra luz para que los hombres, al ver nuestras buenas obras, glorifiquen a Dios."
Pte. Heber J. Grant

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martes, 28 de diciembre de 2010

Revelación

"Como humildes siervos del Salvador, debemos pedir en oración que las manifestaciones del Espíritu Santo vengan a nosotros en nuestro servicio y a aquellos a quienes servimos. La oración humilde a nuestro Padre Celestial, con profunda fe en Jesucristo, es esencial para ser dignos de la compañía del Espíritu Santo. La humildad y la fe que invitan a los dones espirituales aumentan cuando leemos, estudiamos y meditamos las Escrituras. Todos hemos oído esas palabras, pero quizá leamos unas pocas líneas o páginas de las Escrituras por día y esperemos que sea suficiente. Sin embargo, leer, estudiar y meditar no son la misma cosa. Al leer palabras quizás obtengamos ideas. Al estudiar, quizás descubramos modelos que se repiten y conexiones entre pasajes. Pero al meditar, invitamos a la revelación por medio del Espíritu. Meditar, para mí, es pensar y orar después de leer y estudiar las Escrituras con detenimiento."
Pte. Henry B. Eyring

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jueves, 23 de diciembre de 2010

Historia nueva

"La historia de Jesús el Cristo es una historia de antaño que siempre permanece nueva. Cuanto más a menudo leo acerca de Su vida y Sus obras, mayor es el gozo, la paz, la felicidad y la satisfacción que llenan mi alma. Siempre hay un nuevo encanto que percibo al meditar en Sus palabras y en el plan de vida y salvación que Él enseñó a los hombres durante Su vida sobre la tierra. Todos sabemos que nunca ha vivido sobre la tierra una persona que haya ejercido la misma influencia sobre el destino del mundo que la que ejerció nuestro Señor y Salvador, Jesucristo; y, sin embargo, nació en la oscuridad, acunado en un pesebre. Eligió para que fueran Sus apóstoles a pescadores pobres e iletrados. Han pasado [más de] mil novecientos años desde Su crucifixión y, no obstante, en todo el mundo, a pesar de todos los conflictos y el caos, aún perdura en el corazón de millones de personas el testimonio de la divinidad de la obra que llevó a cabo."
Pte. Heber J. Grant
 
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lunes, 20 de diciembre de 2010

NAVIDAD

"La época de Navidad es maravillosa en muchos sentidos; es una época de actos caritativos de bondad y amor fraternal; es una época para reflexionar más en nuestra vida y en las muchas bendiciones que tenemos; es una época para perdonar y ser perdonados; es una época para disfrutar de la música y las luces, de las celebraciones y los presentes. Pero el brillo de la época nunca debe opacar nuestra visión e impedirnos realmente ver al Príncipe de Paz en Su majestad. Hagamos de la época navideña de este año una época de regocijo y celebración, una época en la que reconozcamos el milagro de que nuestro Dios Todopoderoso envió a Su Hijo Unigénito, Jesucristo, para redimir al mundo."
Pte. Dieter F. Uchtdorf
 
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Humildad


"Algunas personas suponen que la humildad tiene que ver con sentirnos culpables e indignos. La humildad no significa convencernos a nosotros mismos de que tenemos poco o ningún valor, ni de que somos insignificantes. Tampoco quiere decir negar o esconder los talentos que Dios nos ha dado. No logramos humildad al pensar menos de nosotros mismos; logramos humildad al pensar menos en nosotros mismos. La humildad llega conforme nos ocupamos de nuestra labor con la actitud de servir a Dios y a nuestros semejantes. La humildad dirige nuestra atención y amor hacia los demás y hacia los propósitos del Padre Celestial. El orgullo hace lo opuesto. El orgullo saca su energía y su fuerza de los profundos abismos del egoísmo. En el momento en que dejamos de obsesionarnos con nosotros mismos y nos entregamos al servicio, nuestro orgullo disminuye y comienza a morir. Mis queridos hermanos, hay tantas personas necesitadas en quienes podríamos pensar en vez de pensar en nosotros mismos, y por favor no se olviden nunca de su familia y de su propia esposa. Hay tantas formas en las que podríamos prestar servicio. No tenemos tiempo para estar absortos en nosotros mismos."
Pte. Dieter F. Uchtdorf

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jueves, 9 de diciembre de 2010

Erradicar la Rebeldía


"El Salvador asegura: ".si no se obstina su corazón ni se endurece su cerviz en contra de mí, serán convertidos y yo los sanaré" (DyC 112:13). Ustedes y yo podemos aceptar Su invitación: "[Vuelvan y arrepiéntanse], y vengan a mí con íntegro propósito de corazón, y yo los [sanaré]" (3 Nefi 18:32). Hermanos, sólo hallaremos la sanación y el alivio cuando nos pongamos a los pies del Gran Médico, nuestro Salvador Jesucristo. Debemos abandonar nuestras armas de rebelión (y cada uno sabemos cuáles son). Debemos abandonar el pecado, la vanidad y el orgullo. Debemos hacer a un lado nuestros deseos de seguir al mundo y de ser respetados y alabados por el mundo. Debemos dejar de combatir contra Dios y, por el contrario, darle todo nuestro corazón, sin retener nada. Entonces nos podrá sanar. Entonces nos podrá limpiar del venenoso aguijón del pecado."
Elder Patrick Kearon

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El Orgullo


"El orgullo es pecaminoso ya que produce odio u hostilidad y nos coloca en oposición a Dios y a nuestros semejantes. Esencialmente, el orgullo es un pecado de comparación, porque, aunque por lo general comienza con: "Mira qué maravilloso soy y qué cosas grandiosas he hecho", siempre parece terminar con: "Por lo tanto, soy mejor que tú". Cuando nuestro corazón está lleno de orgullo, cometemos un grave pecado, porque violamos los dos grandes mandamientos. En lugar de adorar a Dios y amar a nuestro prójimo, ponemos de manifiesto el verdadero objeto de nuestro amor y adoración: la imagen que vemos en el espejo. El orgullo es el gran pecado de elevarse a uno mismo. Para muchas personas es un Rameúmptom personal, un púlpito santo que justifica la envidia, la codicia y la vanidad. En cierto sentido, el orgullo es el pecado original, porque antes de la fundación de esta tierra, el orgullo hizo caer a Lucifer, un hijo de la mañana "que tenía autoridad delante de Dios". Si el orgullo puede corromper a alguien tan capaz y prometedor como él, ¿no deberíamos examinar también nuestra propia alma?"
Pte. Dieter F. Uchtdorf

jueves, 2 de diciembre de 2010

La Gratitud


"Pese a nuestras circunstancias, cada uno de nosotros tiene mucho por lo que debe estar agradecido si tan sólo nos detenemos y contemplamos nuestras bendiciones. Éste es un tiempo maravilloso para estar en la tierra. Si bien hay mucho que no está bien en el mundo actualmente, hay muchas cosas que son rectas y buenas. Hay matrimonios que salen adelante, padres que aman a sus hijos y se sacrifican por ellos, amigos que se preocupan por nosotros y nos ayudan, maestros que enseñan. Somos bendecidos de incontables maneras. Podemos elevarnos a nosotros mismos y a los demás también si nos negamos a permanecer en la esfera del pensamiento negativo y cultivamos en nuestro corazón una actitud de gratitud. Si se cuenta la ingratitud entre los pecados más graves, entonces la gratitud toma su lugar entre las virtudes más nobles. Alguien ha dicho que la gratitud no es sólo la más grandiosa de las virtudes, sino la madre de todas las demás. Muchas veces no valoramos a las personas que más merecen nuestra gratitud. No esperemos hasta que sea demasiado tarde para expresar esa gratitud. La pérdida de seres queridos casi inevitablemente trae algún remordimiento a nuestro corazón. Disminuyamos esos sentimientos todo lo humanamente posible al expresarles con frecuencia nuestro amor y gratitud. Nunca se sabe cuán pronto será demasiado tarde. Por tanto, un corazón agradecido se logra al expresar gratitud a nuestro Padre Celestial por Sus bendiciones y a aquellos que nos rodean por todo lo que aportan a nuestra vida."
Pte. Thomas S. Monson
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