"En el hogar, en la cálida seguridad del amor y la disciplina, aprendemos los valores que nunca cambian; aprendemos las diferencias entre lo bueno y lo malo, así como la autodisciplina, el autodominio, la responsabilidad personal, todos los fundamentos de un buen carácter, el interés por los demás y los buenos modales. Los valores, tanto públicos como privados, no pueden durar mucho si no están regenerados y sostenidos por la creencia religiosa; necesitan una renovación continua. Es esencial que haya un despertar de la fe y la creencia en valores religiosos. La Iglesia fomenta las enseñanzas familiares y, a su vez, por medio de sus convenios y ordenanzas, une a la familia eterna. Nuestros templos son testimonios de nuestra fe en la familia eterna. Algunos dicen que la familia no puede cambiar la situación porque hay muchos que no tienen familia; y es verdad que muchos no tienen una familia propiamente dicha. Otros dicen que muchas familias fracasan, y lamentablemente también eso es verdad. No obstante, con todos sus defectos, la familia es todavía, sin lugar a dudas, la unidad social más importante, la mejor respuesta a los problemas humanos en la historia de la humanidad. En vez de debilitar más los lazos familiares, es necesario fortalecerlos."
Pte. James E. Faust
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