"La reforma del mundo comienza con la reforma del individuo. No podemos esperar influir en los demás para que sigan la senda de la virtud a menos que llevemos nosotros una vida virtuosa. El ejemplo de nuestro modo de vivir tendrá mucho más peso que toda la prédica de la que seamos capaces. No podemos elevar a los demás a menos que nosotros mismos estemos en un plano más elevado. El respeto de sí mismo marca el inicio de la virtud en el hombre. Aquel que sabe que es un hijo de Dios, creado a imagen de un Padre divino y bendecido con el potencial de ejercer virtudes grandes y divinas, se disciplinará contra la sordidez y la lascivia a la que todos nos vemos expuestos. A todo hombre y a toda mujer que lean estas palabras deseo extenderles el reto de elevar sus pensamientos por encima de la suciedad, de disciplinar sus actos y convertirlos en ejemplos de virtud, de controlar sus palabras para que sólo pronuncien aquello que eleva y edifica."
Pte. Spencer W. Kimball
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