"A ciencia cierta no sé quién tiene el derecho o la responsabilidad de determinar cuando alguien es un adulto, pero estoy seguro de que, frecuentemente, el menos indicado es la persona misma. Si la persona es madura, no necesita anunciarlo. La conducta personal es la única manera de determinar el grado de madurez. Cuando se trata del comportamiento, al clasificar a un adulto no se toma en cuenta la edad, las arrugas, ni las canas. Quizás no sea muy errado decir que la conducta de un adulto es un proceso. La madurez, por lo general, se logra por medio de la autodisciplina, la flexibilidad y un esfuerzo continuo. Vosotros, jóvenes de todo el mundo, así como vuestros padres, no necesitáis anunciar o proclamar vuestra madurez, ya que se sabrá quién sois por medio de vuestra fe y vuestras obras; se os conocerá y clasificará por vuestros frutos. No beneficiaremos a nadie por medio de discusiones violentas, rabietas, críticas, degradantes y destructivas, inútiles acusaciones y falta de respeto. Pongamos de lado la malicia, el resentimiento y las represalias que son autodestructivas, y volvamos al sendero seguro que tan claramente indicó el Buen Pastor. La dirección en la que avanzamos es mucho más importante que el lugar donde estamos."
Elder Marvin J. Ashton
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"En muchos pasajes de las Escrituras, los profetas emplean casi indistintamente las expresiones sentir gozo y sentir el Espíritu Santo. Al entender que estar lleno de gozo implica estar lleno del Espíritu Santo, nos damos cuenta de que la verdadera felicidad se obtiene al arrepentirnos de nuestros pecados y vivir dignos del Espíritu. Además, cuando sentimos el Espíritu, recibimos una gran medida de gozo por saber que estamos siendo santificados ante Dios. El gozo, que es fruto del arrepentimiento, es evidente en muchos niveles. En primer lugar están el gozo y el consuelo que siente el corazón del alma arrepentida cuando desaparece la carga del pecado. En segundo lugar tenemos los profundos sentimientos de gozo y amor que reciben los que ayudan a otras personas a pasar por el proceso del arrepentimiento. Y por último tenemos los sentimientos de gozo de un amoroso Salvador que nos ve seguir Sus enseñanzas y confiar en el poder curativo de Su sacrificio expiatorio. Al aplicar la Expiación a nuestra vida, debemos reflexionar en el Salvador y en el don infinito que nos dio, debemos ejercer fe en Él y buscar la confirmación espiritual de que puede redimirnos de nuestros pecados y debilidades, y de que así lo hará. De ese modo sentiremos el gozo y la paz que sólo puede manifestársenos por medio del Espíritu Santo. No puedo evitar el imaginarme la sensación de plenitud que debe sentir el Salvador cada vez que nos arrepentimos de nuestros pecados y aplicamos Su sacrificio expiatorio a nuestra vida."
Elder Craig C. Christensen
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"No sabemos todo lo que yace adelante; vivimos en un mundo de incertidumbre. Para algunos, habrá grandes logros; para otros, desilusiones. Para algunos, mucho gozo y alegría, buena salud y una vida holgada; para otros, quizás enfermedad y un grado de pesar. No lo sabemos. Pero de una cosa estamos seguros: al igual que la estrella polar de los cielos, pese a lo que depare el futuro, allí se encuentra el Redentor del mundo, el Hijo de Dios, seguro y firme, como el ancla de nuestra vida inmortal. Él es la roca de nuestra salvación, nuestra fortaleza, nuestro consuelo, el mismo punto central de nuestra fe. Acudimos a Él en tiempos buenos o malos, y Él está allí, para darnos seguridad y aprobación. Él es el punto central de nuestra adoración; Él es el Hijo del Dios viviente, el Primogénito del Padre, el Unigénito en la carne. Nadie tan grandioso ha caminado sobre la tierra; ningún otro ha hecho un sacrificio comparable ni otorgado una bendición semejante. Él es el Salvador y el Redentor del mundo. Creo en Él; afirmo Su divinidad sin dudas ni evasivas. Lo amo. Pronuncio el nombre de Jesucristo con reverencia y maravilla. Él es nuestro Rey, nuestro Señor, nuestro Maestro, el Cristo viviente, que está a la diestra de Su Padre. ¡Él vive! Él vive, resplandeciente y maravilloso, el Hijo viviente del Dios viviente."
Pte. Gordon B. Hinckley
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"Parece que por más que nos cuidemos al andar por las sendas de la vida, sufrimos el dolor de algunas espinas, cardos y astillas. A medida que crecemos y maduramos y nos mantenemos cerca de Aquel que fue coronado de espinas, nuestra alma parece fortalecerse para resistir las tentaciones, tenemos más fuerza de voluntad y más autodominio, todo lo cual nos protege de la maldad del mundo. No obstante, esas maldades están tan omnipresentes que siempre debemos andar por las sendas que tengan menos de los cardos de la tentación terrenal. ¿Cómo podemos erradicar las espinas y los cardos de la vida? El poder de hacerlo en nuestra vida y en la de nuestros semejantes empieza con nosotros. Demasiadas veces queremos cubrir la culpa con vendajes en vez de quitar la espina que produce el dolor. Nos oponemos al dolor momentáneo de sacar la espina aun cuando hacerlo nos aliviará del dolor más duradero de una herida infectada. Todos sabemos que si no se sacan las espinas y las astillas de la carne, éstas producen heridas que se infectan y que son difíciles de curar. Todas las cosas que irriten la carne y el alma se deben quitar antes de que se infecten. Sin embargo, aun cuando se infectan y causan dolor, todavía se pueden sacar y empezar el proceso sanador. No es fácil quitar las espinas del orgullo, los cardos del egoísmo ni las astillas de apetitos carnales, mas cuando la infección se cura, el dolor se aleja. Ese proceso se llama arrepentimiento. El arrepentimiento y el perdón se encuentran entre los frutos más sublimes de la Expiación."
Pte. James E. Faust
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"Recordemos que el Señor ha dicho: "Pues aun vuestros cabellos están todos contados" para el Padre. "Así que, no temáis" (Mateo 10:30-31). Él nos conoce, nos ama y conoce nuestras necesidades; nos consolará si tan sólo confiamos en Él, en Su bondad y sabiduría. Hay muchas cosas que no podemos cambiar. Todos tenemos dificultades y padecemos decepciones, pero éstas se convierten con frecuencia en oportunidades. El Señor puede medir nuestra fortaleza según cómo resolvamos las dificultades que surjan en la vida. En ocasiones el Señor permite que tengamos pruebas a fin de que nos transformemos en siervos productivos. En nuestro afán por tener éxito, a menudo no nos damos cuenta de que el Señor está intentando alejarnos del falso orgullo y de la vana ambición para poder instruirnos en el discipulado. Su ojo que todo lo ve está sobre nosotros y siempre nos observa, ya que Él es nuestro Padre Celestial Eterno. Cuando vengan las pruebas -y de seguro que todos tendremos pruebas durante nuestra vida terrenal- no nos hundamos en el abismo de la auto conmiseración, sino recordemos quién está al timón; recordemos que Él está ahí para guiarnos por entre las tormentas de la vida."
Pte. James E. Faust
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Puedes aprender cosas de vital importancia mediante lo que oigas, lo que veas y, en especial, lo que sientas, según la impresión del Espíritu Santo. La mayoría de las personas limitan su aprendizaje principalmente a lo que oyen o a lo que leen. Sé sabio. Cultiva la técnica de aprender mediante lo que veas y, más particularmente, mediante lo que el Espíritu Santo te haga sentir. Haz un esfuerzo consciente por aprender de lo que veas y sientas, y tu capacidad para ello aumentará si lo haces con regularidad. Pide esa ayuda con fe; vive digno de ella y sé consciente de ella. Anota las cosas importantes que aprendas del Espíritu y guarda esas anotaciones en un lugar seguro. Descubrirás que al anotar tus preciadas impresiones, a menudo se te ocurrirán más. Además, el conocimiento que obtengas estará a tu disposición por el resto de tu vida. Esfuérzate siempre para reconocer y seguir la dirección del Espíritu, sea de día o de noche, dondequiera que estés y sin importar lo qué estés haciendo. Expresa gratitud por la ayuda recibida y obedécela. Esa práctica afirmará tu capacidad de aprender por el Espíritu y permitirá que el Señor guíe tu vida y te ayude a utilizar de manera más provechosa cualquier otra capacidad latente en ti."
Elder Richard G. Scott
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"Todos los rasgos del carácter que deben converger en el preciado proceso de la edificación del carácter son interactivos: el desarrollo de uno acelera el de los demás. La edificación del carácter forma la parte más difícil del progreso personal, puesto que requiere fe y paciencia, y el ceñirse a los planes divinos. Tenemos también costos adicionales ocasionados por el exceso de emociones. No es fácil seguir mansamente adelante después de haber probado el fracaso. No resulta sencillo corregir nuestros errores por medio del arrepentimiento, sobre todo cuando nuestro orgullo nos susurra que vamos bastante bien. De igual modo, siempre resulta tentador emplear sustitutos terrenales baratos en vez de edificar un carácter como el de Cristo. Estos sustitutos, como el ingenio en vez de la bondad o la apariencia en vez de la esencia, no sobreviven cuando los vientos y las lluvias golpean contra unos cimientos ruinosos. Es más, al seguir los atajos, terminamos por toparnos con el terrible hundimiento o derrumbe. ¡Podemos caer! Todo discipulado serio, por tanto, requiere de nuestra seria remodelación. Se representa a Cristo como la Roca por muchas razones. No hallaremos fisuras en Su cimiento; Él nunca nos decepciona; jamás nos falla; siempre podemos contar con Su amor; nunca deja de cumplir con Sus propósitos."
Elder Neal A. Maxwell
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