"En oración y pensamiento suplicamos por la paz. Mas ¿dónde se encuentra? ¿Podemos disfrutar de ese don mientras a nuestro alrededor resuenan las guerras y rumores de guerras, la discordia, la maldad, la contención? Sí, podemos. Una de las mayores bendiciones que podemos recibir no es gozar de pasión, posesiones, logros personales ni felicidad, sino tener paz interior. Cuando tenemos que enfrentar el dolor, a tragedia y las tribulaciones, sería un gran consuelo si al oír a Dios preguntarnos '¿Sabes por qué te pasa esto?', pudiéramos contestarle llenos de paz: 'Yo no, pero tú sabes'. La paz es lo opuesto al temor. Es una bendición que reciben aquellos que confían en Dios, y que se establece por la rectitud individual. La verdadera paz se obtiene por medio de esfuerzo y dedicación constantes; nadie que no sea fiel a lo mejor de sí mismo puede tenerla; nadie que viva una mentira; nadie que quebrante la ley. La base para lograrla es la sumisión a las leyes de Dios. La paz no se nos da; tenemos que ganarla. Es una posesión que obtienen aquellos que aman a Dios y buscan las bendiciones inherentes a ella. No es un documento; es algo que procede de nuestro interior."
Elder Marvin J. Ashton
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