"No hay paz que pueda perdurar a menos que esté edificada sobre el sólido cimiento de principios eternos como el amor a Dios, el amor al prójimo, el amor por sí mismo. La mayoría de las personas ansían la paz, oran por la paz y trabajan por la paz, pero no habrá paz duradera hasta que toda la humanidad siga el sendero que Cristo marcó y recorrió. En el pecado y la desobediencia no puede existir la paz. Y si yo no la tengo dentro de mí, los que me rodean sufrirán. Dios siente un amor especial por sus hijos que promueven y defienden la paz. El deber de los miembros de la Iglesia es inculcar en todos los que puedan la idea de que nuestra actitud y conducta pueden comunicar una cierta paz a nuestro perturbado mundo y un sentido de estabilidad en estos tiempos difíciles. Con paz en el corazón sabremos que las tendencias y la crítica del mundo no pueden alterar las verdades de Dios. Cuando entretejemos en la tela de nuestra vida verdaderos principios de amor, honradez, respeto, carácter, fe y paciencia, la paz será nuestra preciada posesión. La paz es el triunfo de los principios correctos."
Elder Marvin J. Ashton
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